LA IMPORTANCIA DEL PAPEL DEL PROFESOR.
Por tratarse del último trabajo del
curso me parece importante hacer una
breve reflexión sobre como deberemos afrontar nuestro futuro como maestros
(esta signatura nos ha hecho replantearnos esta idea a muchos de nosotros).
Es fundamental reflexionar sobre la
importancia de nuestro papel como futuros maestros y la situación de la
educación española en la actualidad.
El sistema educativo (al menos en el
caso de España) está desfasado y es anacrónico (no ha cambiado nada en los
últimos cincuenta años) pues no se adapta al cambio de los tiempos y a la
sociedad, sino que se quedo “estancado”.
Muchos profesores enseñan ahora igual
que enseñaban a nuestros abuelos, esto provoca que muchos niños estén aburridos
en el aula y les lleve al fracaso, mientras que con las cosas que les interesan
pueden pasar horas y horas, por tanto, debemos cambiar esta forma de educar
tratando de motivarles más y de despertar sus ganas de aprender (haciendo de la
escuela un sitio divertido). (Hay que tener siempre presente que el sistema
educativo se creó en el pasado, en una época distinta para responder a retos
diferentes de los actuales, por tanto debe evolucionar).
No debemos confundirnos, pues no se trata de aumentar los estándares educacionales, sino que debemos reconsiderarlos y cambiarlos para adaptarlos a las nuevas necesidades, para que sean realmente efectivos (los conocimientos de matemáticas importan pero también es fundamental la educación artística, la educación física, etc.)
Nunca me había planteado la idea de
que muchos alumnos terminan su educación (o fracasan en el intento) y llegan al
mundo adulto sin conocer sus talentos o capacidades especiales, creyendo por
tanto que carecen de actitudes o habilidades en las que destaquen, sin ser así.
Todo el mundo sobresale en algún
determinado campo, por tanto, como profesores es nuestro deber ayudar a nuestros
alumnos a encontrar el terreno en el que destacan y potenciarlo.
Debemos conocer a cada alumno
de manera individual para saber como acercarnos a ellos, ver lo que les
interesa y así utilizar la metodología más adecuada (esto es muy importante
pues creo que es cierto que muchos niños se aburren en clase y esto les puede
provocar fracaso escolar).
Es precisamente en todos estos
aspectos donde hacen especial hincapié metodologías famosas como son la metodología
Waldorf, la escuela Summerhill, etc. pues centran sus clases en desarrollar
todas las facetas del niño, dando la misma importancia a las matemáticas que a
la educación artística, con lo que se consigue educar a los alumnos de una
forma más completa y se les proporcionan las herramientas para que ellos mismos
decidan que es lo que les apasiona y a la vez descubran lo que se les da bien.
Somos consciente de que los profesores tenemos que ser herramientas del S. XXI, no tenemos que ser perfectos, podemos cometer fallos porque somos humanos, pero lo más importante es que aparte de preparar a nuestros alumnos para pasar sus exámenes, debemos prepararlos para un futuro desconocido, en el que es fundamental que trabajen con sus pasiones (al ayudarles a trabajar con sus pasiones se reduce el fracaso escolar).
Los cambios sociales y la diversidad
de alumnado que actualmente acude a las aulas de Infantil y Primaria han
influido en los planteamientos de la educación y, muy especialmente en la docencia.
Maestros y profesores necesitan una formación más amplia y aprender habilidades
que van más allá de la transmimión de conocimientos para poder llegar a toda la
población que acude a sus aulas. Pero los cambios sociales han tocado de lleno
los planteamientos en educación y, muy especialmente, a la formación de los
profesionales de la educación.
Vivimos momentos de cambios
vertiginosos promovidos por el avance incesante de las nuevas tecnologías, por
las telecomunicaciones, por las demandas sociales y laborales, por los avances
científicos, etc. Que reclaman una mejor y mayor formación del docente para
ejercer la profesión y responder a los retos que planta la sociedad actual.
El trabajo diario del profesor en el
aula se debe ajustar a la realidad que conforma la sociedad actual. Ya no tiene
sentido impartir clases magistrales a cuarenta alumnos “hipotéticamente
homogéneos” sentados en hileras en dogmáticas y silenciosas clases presenciales.
La realidad de la España del siglo XXI es otra bien distinta.
La sociedad española del siglo XXI es
una sociedad multiétnica, multirracial, plurilingüística, multicultural, que
exige de la escuela que socialice, escolarice, inspire y eduque a todos y cada
uno de los educandos que recibe en sus aulas, independientemente de las circunstancias
en las que lleguen al mundo educativo y de la cultura de origen que provengan.
La figura del maestro ha cambiado. El
maestro ya no es el ilustrado al que admiraba el pueblo hace no más de
cincuenta años, ni su trabajo se debe limitar a utilizar únicamente la
estrategia didáctica de la lección magistral. Ahora se le pide que dé las
clases de forma interactiva, que enseñe a través de proyectos, que sepa
resolver conflictos, que utilice las nuevas tecnologías en el aula, que eduque
en valores, que respete y conozca las diferencias de culturas e
individualidades de sus alumnos, que enseñe a los niños a aprender por sí
solos, que ponga en marcha técnicas de aprendizaje cooperativo, etc. Además de
todo esto, también se reclama al profesor que esté más y mejor preparado para
afrontar cuestiones diferentes a las de “dar clase”, por ejemplo, tareas de
gestión, de organización, de atención a la diversidad, de atención a la multiculturalidad.
En definitiva una tarea para la que estos profesionales necesitan una formación
inicial muy distinta a la que se les ha dado hasta ahora.
Los cambios sociales de las últimas
dos décadas han revolucionado la sociedad del conocimiento y, con ello, los
planteamientos en los que estaba basada la educación.
Como conclusión y basándome en todos
los motivos aportados creo que hay que transformar la escuela de arriba abajo,
la educación necesita una revolución, es necesario un cambio total que deje
atrás lo tradicional y aburrido y busque motivar, logrando el desarrollo de los
niños del siglo XXI, que no se parecen en nada a los estudiantes del siglo
anterior, por tanto no debemos educarles de la misma forma. Necesitamos un
sistema educativo que mediante el aprendizaje social, fomente la educación
personalizada y el desarrollo de cada individuo, que estimule la creatividad,
la pasión, la energía, el talento, porque nuestro futuro está lleno de nuevos
retos que requerirán nuevas soluciones, y estas dependerán de cuan creativas,
vital y variada sea la gente. Y también feliz, y para ser feliz necesitamos
realizarnos y desarrollarnos, descubrir y cultivar aquello que nos motiva y nos
hace sentirnos bien.
Una extraordinaria reflexión. Pero recuerda que, cuando incluyes párrafos de otro debes citar siempre el autor y la fuente. Si no, es plagio.
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